sábado, 12 de abril de 2008

¿Perdida?




Dicen que existo, pero ya no estoy tan segura de ello, pocas cosas parecen probarlo. Sé que respiro, escucho mis latidos, y me reconozco como una presencia física en el espacio, pero mentalmente nunca estoy ¿Acaso alguna vez estuve? Me busco en el recuerdo, en palabras antiguas, hasta en fotografías. Con todas ellas me pasa lo mismo: hay una imagen, una persona, hay diálogos. Visualizo a un individuo con mis mismos rasgos físicos, tal vez un tanto diferentes por una cuestión de ubicación en el tiempo, siempre pasado. Tiene la voz idéntica a la mía, ojos marrones y pelo castaño. Sueña, se rie, llora, grita, siente. A veces vive y otras transcurre. Piensa mucho, todo el tiempo. Es distinta y tiene miedo. Se siente sola, acompañada, se siente bien, se siente mal, se siente. Está confundida, no sabe lo que quiere. Otras está muy segura de qué es aquello y de cómo conseguirlo. Va y viene, se mueve. Prueba, experimenta. Conoce, desconoce, aprende, se desconcierta. Puede y no quiere. Quiere y no puede. Se cae, se levanta. Vuelve a empezar. Cambia, constantemente. Se acuerda, se olvida. Arma y desarma, hace y se deshace. Gira, empieza otra vez. Una, dos, mil veces. Siempre está.Pero es un recuerdo, no soy yo, es el pasado, una parte de mí. Fragmentos de aquella circulan por mi sangre, pero no son el todo, no expresan enteramente mi identidad. Entonces, ¿quién soy yo? Si no soy aquella, ¿a dónde estoy? Con esta pregunta me miro al espejo, pero mi reflejo me devuelve el vacío: tampoco estoy ahí. Me busco en el armario, debajo de la cama, entre las letras de la sopa, pero nada. Pego carteles en la calle, con mi fotografía y un número de teléfono y la palabra "Desaparecida" atrae la atención.
Pasaron varias semanas pero nadie llamó aún.

martes, 1 de abril de 2008

Esta vez no habrá otra vez


Otra vez vos. Traté de evitarte y me alejé miles de veces sólo para encontrarme de nuevo en tu vida. Nunca supe cómo lo hacías. Hasta llegué a preguntarme si no te servías de algún poder o habilidad especial, si no recurrías a alguno de esos patéticos doctores del amor que prometen 'unión en menos de dos horas'. Durante un tiempo me desvelé buscando tu truco, y al final desistí, admitiendo que era una empresa imposible. Aún si descubría el secreto de tus embrujos, no lograría romperlos, ni despegarme del amor posesivo y cruel que habías trazado para nuestra existencia como par. Porque sea cual fuera tu técnica, era eficiente. Tal vez demasiado. Casi contra mi voluntad volví una y otra vez a tus brazos, a la calle de siempre, a las mismas discusiones, a los mismos labios, a la misma desesperación de saberme atada a vos. Ya no recuerdo en qué punto lo que se suponía que tenía que ser liberador se volvió opresivo. Pero marcar en el tiempo el punto de inflexión no tiene sentido alguno, no cambiará nada de lo que hoy respiro como realidad. Las idas, las vueltas, las palabras, los gestos y los predecibles pasos convirtieron nuestra relación en una historia de monotonía y melodrama. Con vos no hay pasos hacia adelante, ni frenos que terminen con todo, sos el eterno paso hacia el costado, la inercia con su cómodo cuerpo sentado en una roca al borde del camino, el que me retiene de seguir andando. Decidí por ello empezar un tratamiento de rehabilitación, para precindir del efecto narcótico de tu presencia, y recordarme a mí misma antes de todo. No lo sabés, no lo sospechás, y menos vas a imaginarlo, pero anoche el adiós fue definitivo. Esta vez el verbo 'volver' no va a tener cabida en esta historia, porque ayer sí me tomé el tiempo necesario para despedirme de tus brazos, de la calle de siempre, de las mismas discusiones, los mismos labios, y esa ahora antigua desesperación de saberme atada a vos. No me busques, no vas a encontrarme, voy a estar demasiado ocupada buscandome a mí misma. Era alguien antes de vos, y me dispongo a averiguar quién y cómo era esa persona.

'Poder decir adios es crecer'.