sábado, 22 de septiembre de 2007

Vacío


Sentada en el piso, fijo un punto en la pared con mis ojos.Lentamente,todo comienza a desvanecerse, se caen las ventanas, desaparecen los muebles, se abren los muros, y el techo levanta vuelo. En cuestión de segundos, nada queda excepto mi persona, no hay cielo, ni tierra,estoy sentada en el aire. Aún así no me inquieto, ni me pregunto qué pasa,sólo espero y miro. Parpadeo más de lo habitual, mi boca se abre sin mi consentimiento y grita, grita palabras que no puedo comprender,que no llego a oír, vocablos que se ahogan en el silencio. Ya no sirven los sentidos, en el vacío no hay sensaciones, no hay miedo, ni duda,ni desesperación. En esta nueva dimensión sólo existo yo,aunque ya no soy, habito.

SIGLO XXI


No sé si lo perciben, pero estamos viviendo una etapa única en la historia. Nunca nadie tuvo acceso a informaciones tan rápido: gracias a una orden que nuestro cerebro le da a nuestra mano, se coordina la motricidad y apretamos un botón. A la vez, un cerebro artificial y electrónico comienza a ejecutarse. Los datos que muestra son percibidos por nuestros ojos, y las imágenes y textos, analizados por nuestro intelecto. Luego nos servimos de la cultura y de las experiencias personales, que adquirimos a través de la interacción con el mundo externo, para procesar lo que estamos observando. Nuestra personalidad también entra en juego. Y en la conformación de la misma, intervienen, intervinieron y seguirán interviniendo miles de pequeños y grandes hechos, palabras, recuerdos y mecanismos. Todo esto hace que los nuevos datos que recibimos, sean absorbidos por nuestra persona, a través de un filtro de objetividad y subjetividad interna, y que tomen una forma diferente a partir de ello. Por eso es que cada noticia, hecho, imagen, palabra, cada estructura, sonido, comentario, relato, acorde,nota, provoca una reacción distinta en cada individuo.

Y eso es lo que acaba de sucederte.