viernes, 7 de noviembre de 2008

Piedra, papel o tijera ¡Ya!

Mientras mi mundo se derrumbaba yo seguí caminando. Avancé paso tras paso, sin mirar hacia la nebulosa periférica, sin reparar en las grietas en el suelo, sin parar a pensar qué era lo que estaba sucediendo. El tiempo continuó, y algunos agujeros comenzaron a agrandarse; ya no se trataba de simples huecos sino que ahora el vacío me rodeaba: a dónde tantease sólo encontraba oscuridad, pozos, paredes y trampas.
Al ver el riesgo aceleré el ritmo, sentía que la noche estaba viniéndoseme encima y yo no dejaría que me atrapara. Por un tiempo viví a cualquier velocidad, sin medidas, sin mesura, sin límites. Pero entonces aquella negrura también aceleró y acabó por alcanzarme. Fragmentos del cielo cayeron sobre mí y fue así que me vi sumida en un remolino sin salida, porque en la negación, los problemas siempre terminan aplastándonos.

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